¿No encuentras algo? Búscalo aquí

jueves, 11 de agosto de 2011

El síndrome de Mozart Gonzalo Moure

Cuando tienes en las manos un libro como El síndrome de Mozart y -entre comillas- la responsabilidad de presentarlo, por así decir, en sociedad, es fácil que haya algo en tu interior que te bloquee hasta el punto de no saber por dónde empezar a escribir por temor a no saber impartir justicia. Mi cabeza tiene, en estos momentos, cientos de ideas que van de un lado a otro sin pararse a descansar en ningún lugar concreto, y como resultado de eso, me encuentro con que no sé cómo empezar la reseña de hoy a pesar de tener muy claro lo que quiero decir.

Son las palabras, es culpa suya, que no quieren aparecer...

Ya conté el otro día cómo llegó el libro hasta mis manos, firmado y todo, por el autor, Gonzalo Moure. Cuando me dijo que me iba a enviar el libro lo acepté encantada, pero cuando lo recibí pensé:

-¿Y si no me gusta? ¿Cómo voy a hacer una reseña hablando mal de un libro que me han regalado?

Cuando empecé la lectura he de reconocer que me sentí perdida. ¿Quién cuenta la historia? ¿Irene, la protagonista? o ¿un narrador? Estaba tan pendiente y tan decidida a que me gustara que no prestaba casi atención a lo que estaba leyendo, así que decidí no pensar más en el blog ni en la reseña y centrarme en lo realmente importante. Y lo realmente importante era leer El síndrome de Mozart. Y con leer quiero decir leer, pero también oír; oír las notas, los susurros, el viento moviendo las esquilas. Y también quiero decir sentir; sentir las caricias de Tomi, las cuerdas de un violín que yo no sabría ni por dónde coger, las teclas de un piano que no sé tocar. Tener El síndrome de Mozart en las manos, para mí, ha sido mucho más que una simple lectura. Me ha transportado a otro lugar muy lejos del lugar en el que estaba.

Una vez que me centré en el libro me empecé a enganchar a la historia de Irene y de Tomi, los protagonistas para mí. Y también a la historia de Irene y su amigo Yárchik. De hecho fue gracias a este párrafo que pongo a continuación, en el que Irene habla de su amor por él, que el libro captó de lleno mi atención.

Hace tiempo que estoy enamorada de Yárchik. Cuando empezamos a estudiar juntos, mientras tocábamos o repasábamos las partituras, me moría por sentir el roce de su mano, por oír su respiración cerca, por mirar de frente a sus ojos, tan ingenuos y tan sabios. Si él acariciaba las cuerdas de su viola con el arco, yo notaba la vibración en todo mi cuerpo, como si extrajera música de mí. Y por un tiempo creí que él sentía lo mismo.

Desde ese momento -en la página 59- no he podido salir de la historia hasta que he llegado a la última hoja.

He tardado varios días en leerlo porque me daba pena terminarlo, pero es un libro que se puede leer casi de una sentada.

Irene y Tomi se conocen gracias a la música en un bosque de Cansares, Asturias. Él vive allí, en una casita en el campo, fuera del pueblo. Ella está allí de vacaciones, pero no por casualidad. No. Está allí para conocerle a él. Porque su padre le ha pedido que se acerque a él y le vaya informando sobre lo que hace. ¿Y por qué? Os preguntaréis... Pues porque quiere demostrar que Mozart tuvo el síndrome de Williams; un síndrome que le dotó de un talento musical fuera de serie y que es el mismo síndrome que padece Tomi. Irene se acerca a él para estudiarle tal y como su padre le ha pedido, pero termina haciéndose amiga de Tomi y eso será para ella una complicación. Tomi es un chico especial, para algunas personas incluso retrasado, pero es imposible no enamorarse de él. Tan dulce y tan sencillo como es. Da incluso un poco de envidia pensar que se puede ser feliz con tan poco.

-Toca, sí -dijo él.
Irene sonrió. Acunó el violín y deslizó el arco por las cuerdas. Sonaba sordo, apagado. Pero dulce, aterciopelado.
Tomí reía y golpeaba en la mesa con las yemas de los dedos, suavemente. Irene no quiso tocar nada concreto, sino probar todos los registros del violín.
-Me gusta como suena.
-Como suena, sí.
Tomi había enrojecido. Al recuperar el violín, sus dedos habían tocado los de Irene. "Tócame ahora, tócame ahora" repetía Patti Smith en su memoria.
Alargó la mano y la puso sobre la de Tomi.
-Me gustaría que tocaras todo lo que sabes.
La mano de Tomi reaccionó de inmediato. Giró sobre la de Irene y se apoderó de ella. Era tibia y un poco áspera. Irene no la retiró. Los dos miraban sus manos, sobre la mesa, como si fueran dos objetos ajenos a ellos.


Realmente me ha gustado mucho. Además es un libro pequeño que se lee fácilmente. Al principio, como decía un poco más arriba, pensaba que estaba narrado por una tercera persona, pero después me di cuenta de que está contado a dos voces. Un narrador, que ve todo desde la barrera, e Irene, que lo vive en primera persona.

Lo único que quizás no me ha gustado tanto ha sido el final. Me ha dado la sensación de que acaba muy de golpe. Como que hacen falta algunas palabras más para que quede completo. Aunque claro, también es verdad que me habría gustado que no terminara nunca...

El libro está catalogado como novela juvenil y creo que es un acierto. Y no porque sea exclusivamente para público joven, no, sino porque es una manera de llegar a mucha más gente y creo que llegar al público joven/adolescente es cada vez más difícil. A los que ya no somos tan jóvenes y nos gusta la lectura nos da igual leer un libro para adultos que uno infantil. Recuerdo, y esto no tiene nada que ver con El síndrome de Mozart pero sí con lo que estoy diciendo ahora del público joven, que me encontré en una librería varios libros (ahora no recuerdo cuáles, lo siento) que los publicitaban en la portada como los libros favoritos de Edward y Bella de la saga Crepúsculo. Estoy segura de que más de un fan de la saga leyó esos libros. Esta estrategia de marketing se creó, estoy segura, para vender más, pero que consiguieron que gente joven leyera libros que de otro modo no habrían leído, también lo estoy.

Ahora, volviendo al libro, me pregunto si alguna vez habría llegado hasta mí El síndrome de Mozart si no hubiera sido por Gonzalo. Quiero creer que sí, que es un libro que yo tenía que leer en algún momento, y eso que no creo en el destino. Lo que está claro es que si lo he leído ha sido porque Gonzalo Moure me lo envió...

¡Gracias Gonzalo por compartir tanto conmigo!

7 comentarios:

Goizeder Lamariano Martín dijo...

Te habrá costado escribir la reseña o al menos empezarla, pero te ha quedado redonda, me ha encantado y me han entrado unas ganas enormes de leer el libro. Es cierto que cuando un libro nos hace sentir y nos transmite mucho cuesta más expresar todo eso en la reseña. Y creo que siempre lo mejor es disfrutar al máximo la lectura sin pensar en la reseña. Muchos besos.

Gijón dijo...

Mi hermana habla maravillas de este libro, y es uno de los pocos que ella me ha recomendado... ¡¡y aún no la he hecho caso!! Mira que lo tengo en la habitación de al lado...
Pues no se hable más, a la lista.
Gracias por la entrada
¡Un abrazo!

Margari dijo...

Opino como Goizeder. Te habrá costado que te salgan las palabras, pero cuando te han salido, lo has bordado. ¡Increíble reseña! Me has dejado con una ganas tremendas de hacerme con este libro.
Besotes!!!

Tatty dijo...

Coincido con las opiniones anteriores en que me has dejado con muchísimas ganas de leerlo, has conseguido transmitir muy bien en la reseña las sensaciones y lo que has disfrutado con la lectura, por lo que ¿quien no se puede quedar deseando descubrir esta historia? No conocía el libro pero estoy deseando leerlo
Besos ^^

Shorby dijo...

Qué buenísima reseña!!!
Me has dado muchas ganas de leerlo =)

Me lo apunto!

Besotes

Narayani dijo...

Muchas gracias chicas! Me alegro un montón de que os haya gustado. Espero que os guste tanto como a mí si lo leéis...

Buen fin de semana a todas!

Besos!

rossy dijo...

Anotado, tiene muy buena pinta la verdad.

bsos!